Muere José Luis Inciarte, uno de los supervivientes que se comieron a sus compañeros en la tragedia de los Andes

José Luis ‘Coche’ Inciarte, uno de los 16 sobrevivientes del accidente en los Andes del avión FAU 571 en octubre de 1972, ha fallecido este jueves en Montevideo a los 75 años. Así lo ha confirmado a EFE Gustavo Zerbino, otro de los supervivientes de la tragedia.

El avión Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya que trasladaba a la delegación del club de rugby ‘Old Christians’ se estrelló contra uno de los riscos de la cordillera de los Andes, a 3.600 metros de altura, el 13 de octubre de 1972.

Con el impacto, 13 de los 40 tripulantes murieron en el acto mientras que otros lo hicieron en los días posteriores a causa de las heridas o el frío extremo. Pese a ello, 16 lograron sobrevivir 72 días en medio de la nieve de la cordillera. Actualmente se mantienen con vida 14 de ellos.

Los chicos estaban alegres y despreocupados cuando el avión se desplomó en una cordillera de los Andes. «Íbamos cantando, bramando, disfrutando el vuelo y, de repente, el piloto vio que había montañas muy altas cerca de las alas», contó a ABC Zerbino, en 2015.

Los 16 que sobrevivieron, después de padecer mil calamidades durante 72 días tras el accidente –hambre, bajas temperaturas, desconcierto…–, se vieron obligados a comerse a sus propios compañeros para no morir de hambre.

La sociedad esto se los perdonó. «Las familias de los fallecidos nos apoyaron, no les importó lo que había pasado con los cuerpos. Les importaba lo que había pasado mientras estaban vivos», explicó en 2018 a la BBC uno de los rescatados, Roberto Canessa.

Sin embargo, el trauma que esto les causó siguió ahí con el paso de los años. Zerbino tuvo que asumir el hecho de haberse comido a sus amigos para sobrevivir, y a otros, como Álvaro Mangino, les costó más de tres décadas poder hablar de ello.

Se quedaron sin comida a la semana

Tan solo contaban con ocho barras de chocolate, una lata de mejillones, tres tarros pequeños de mermelada, una lata de almendras, unos dátiles, caramelos, ciruelas secas y varias botellas de vino. Pero todo se acabó en una semana. Entonces los supervivientes recurrieron al algodón que había dentro de los asientos y hasta al cuero, lo que hizo que, sumado a las circunstancias extremas en las que se encontraban, muchos cayeron enfermos.

Fue en ese momento cuando se atrevieron a poner la cuestión sobre la mesa. Los que aún quedaban vivos acordaron que, en caso de morir, los demás podrían comerse sus cuerpos para salir adelante.

Denken Sie schließlich daran, dass jedes Ende einen neuen Anfang mit sich bringt. Mögen wir uns zum Abschluss dieses Artikels über die gewonnenen Erkenntnisse, gewonnenen Erkenntnisse und künftigen Möglichkeiten freuen. Lassen Sie uns gemeinsam mit Mut und Optimismus voranschreiten, denn die Reise geht weiter und unser Potenzial kennt keine Grenzen. easttribun

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