Con un durísimo comunicado, el polémico presidente de Túnez, Kais Saied, un autócrata que desde 2021 centraliza el poder en sus manos, da un golpe a la Unión Europea (UE) y a Italia, abriendo una crisis diplomática. Saied anunció en la noche del lunes que su país se niega a aceptar los fondos asignados por la UE, definidos como «caridad», cuyo importe «irrisorio», según él, no se corresponde con el acuerdo que firmó a mediados de junio en Túnez con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Para Meloni es un varapalo, porque hizo de la cooperación con Túnez la piedra angular de su política migratoria, encaminada a detener las salidas desde ese país norteafricano y Libia. De los 134.578 inmigrantes llegados desde enero hasta ayer en Italia, la mayoría son subsaharianos y tunecinos que partieron desde Túnez. El rechazo de la ayuda de la UE tiene un aire dramático para un país en grave crisis financiera, al borde la bancarrota, donde para comprar el pan con subsidio se debe hacer cola de una hora, mientras en los supermercados faltan o escasean productos de primera necesidad como arroz, harina y café.
El presidente Saied pidió respeto a la soberanía de su país: «Túnez, que acepta la cooperación, no acepta nada que se parezca a la caridad o al favor. Nuestro país y nuestro pueblo no quieren compasión y no la aceptan cuando es irrespetuosa». Al rechazar los fondos enviados apresuradamente por Bruselas por presiones de Italia para contener la ola migratoria, el presidente Saied hizo esta acusación: «Túnez rechaza lo que ha sido anunciado estos últimos días por la UE, no por la cantidad insignificante en cuestión, ya que toda la riqueza del mundo no vale ni un gramo de nuestra soberanía, sino porque la propuesta de la UE contradice el acuerdo firmado en Túnez». Para los medios italianos, la acusación de Saied suena a chantaje, en busca de lograr mayores ayudas.
Demasiado poco
Sustancialmente, lo que el presidente Saied rechaza, por considerarlo «una limosna», son 127 millones de euros que Bruselas decidió a finales de septiembre, como un primer bloque de los 255 millones que se acordaron en julio. En esa fecha se firmó en Túnez el memorándum (deberá ser aprobado definitivamente por el Consejo Europeo) que prevé una aportación directa de 150 millones de euros para el presupuesto público tunecino y 105 millones para reforzar la lucha de Túnez contra la migración ilegal hacia Europa.
Sobre todo, están previstos 900 millones en ayudas macrofinancieras para evitar la bancarrota tunecina. Esta última cantidad, sin embargo, está ligada al préstamo de 1.900 millones de euros del Fondo Monetario Internacional, que actuaría como garante de esos 900 millones de fondos europeos. Pero el FMI, también presionado por Estados Unidos, tiene bloqueado ese préstamo, porque impone sus condiciones: Túnez debería reducir gradualmente un sistema de subvenciones públicas destinado a controlar los precios de la energía y los alimentos, que absorben casi el 40 % del gasto público. Los subsidios a los carburantes por sí solos representan una cuarta parte del presupuesto nacional, beneficiando en gran medida a los ricos.
Sobre todo, están previstos 900 millones en ayudas macrofinancieras para evitar la bancarrota tunecina
No está siendo fácil la negociación con Túnez. El presidente Saied puede dejarse llevar por los cantos de sirena de Rusia y, sobre todo de China, dos países interesados en extender su influencia en el norte de África y dispuestos a ayudar a Túnez, en principio sin demasiadas condiciones.
Esperanza en Granada
Por otro lado, Meloni tiene puestas sus esperanzas en Granada, para encontrar una solución al Pacto de Migración y Asilo, bloqueado por Italia en la reunión de ministros de Interior de la UE en Bruselas, el pasado jueves. Se espera rebajar la tensión sobre la inmigración en un encuentro bilateral de Meloni con el canciller Olaf Scholz, al margen de las dos cumbres del jueves y del viernes (el primer día será la reunión de los 44 países de la Comunidad Política Europea, el segundo será la cumbre informal de los líderes de los 27 Estados del Consejo de la UE).
Italia se opone a la propuesta alemana de ayuda a las oenegé que operan en el Mediterráneo en el salvamento de inmigrantes. «No se hace solidaridad sobre las fronteras de los demás países», llegó a decir Meloni. La primera ministra escribió incluso una carta al canciller Olof Scholz que creo notable tensión con Alemania: «Es bien sabido que la presencia de barcos de las ONG en el mar tiene el efecto directo de multiplicar las salidas de pateras, lo que no es sólo una carga más para Italia, sino que aumenta el riesgo de nuevas tragedias en el mar».
Italia se opone a la propuesta alemana de ayuda a las oenegé que operan en el Mediterráneo en el salvamento de inmigrantes
Ahora, Meloni busca el diálogo con Alemania y apagar las polémicas que resuenan en un aniversario terrible: el 3 de octubre de 2013, al menos 368 personas – 60 de ellas eran niños- murieron en el naufragio de un barco libio a pocas millas de Lampedusa. Fue una tragedia que pareció sacudir a Europa: «Nunca más», gritaron varios líderes europeos, al proponer medidas para evitar las tragedias. Pero todo sigue igual. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde el 2013, han muerto 28.000 personas en el Mediterráneo.
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